domingo, 20 de julio de 2014

Un ejemplo para nuestros jóvenes

 
Diego Lara ha partido siendo un adolescente aún. Quién sabe cuántos proyectos de su vida han quedado en el canasto de la memoria. Es lo que apena: que un jovencito vea cercenada su vida tan tempranamente.
 

Pero hay algo especial en la muerte de Diego. Hay un acto sublime de generosidad, de amor al prójimo. Sus órganos, hoy, viven en personas que aguardaban la muerte si no eran trasplantados. Esa joven vida no ha sido en vano.
 
Querido Diego, gracias, muchas gracias.